De esta clase comprendí que el rendimiento dentro de una organización está estrechamente ligado a su estructura y a la forma en que las personas gestionan su propio desarrollo profesional. Es evidente que el crecimiento vertical no siempre garantiza el éxito, ya que ascender a un cargo de liderazgo requiere más que buenos resultados técnicos: exige habilidades blandas, visión estratégica y capacidad de guiar a otros. El caso de Mauricio ilustra cómo el éxito en la ejecución no necesariamente se traduce en eficacia directiva.
También aprendí la importancia de planificar el crecimiento profesional con claridad, estableciendo metas, fortaleciendo competencias y buscando mentores que orienten el proceso. Comprendí que cada nivel de autonomía implica mayores responsabilidades y que avanzar en la carrera debe ser una decisión consciente, sustentada en análisis y preparación, no solo en oportunidades circunstanciales.