Durante mucho tiempo se pensó que comer sano era sinónimo de castigo, aburrimiento o “comida de dieta” sin gusto a nada. Pero la realidad cambió, y hoy sabemos que alimentarnos bien también puede ser una experiencia súper placentera. No se trata de contar calorías o restringirse, sino de conectar con lo que comemos, disfrutar cada bocado y darle al cuerpo lo que necesita para arrancar el día con todo
Un desayuno saludable no tiene por qué ser aburrido. Al contrario, puede ser sabroso, colorido, reconfortante y además súper nutritivo. Porque sí: lo saludable también puede ser rico, y lo rico también puede ser saludable
Para empezar el día con energía, te dejo tres ideas de desayunos vegetarianos que son una bomba de sabor y te van a dejar satisfechx hasta el almuerzo. No hace falta que tengas mil ingredientes raros: con cosas simples y al alcance, se puede comer bien.
Primero: imaginá unas tostadas de pan integral calentitas, con rodajas de palta, un chorrito de aceite de oliva, un toque de sal, limón y un huevo a la plancha encima. Ese contraste de texturas, lo cremoso de la palta con lo crocante del pan y la yema tibia del huevo… placer total
Otra opción deliciosa: un bowl de yogur vegetal (puede ser de coco, soja o almendras) con frutas frescas como banana, frutilla o mango, y arriba granola casera o avena con semillas y un toque de miel. Es refrescante, dulce y te llena de energía sin caer pesado. Ideal para días movidos
Y si tenés ganas de algo más calentito, podés prepararte unas galletas de avena y banana hechas al horno, bien húmedas, con pedacitos de nuez o pasas de uva. Las acompañás con una infusión o un café con leche vegetal, y tenés un desayuno de película
Comer bien no significa privarte de los sabores que amás. Se trata de elegir mejor, de armar platos que te hagan bien y te den gusto al mismo tiempo. Tu cuerpo y tu mente lo van a agradecer.
¿Te animás a transformar tus mañanas?