Uno de los problemas que más me quita el enfoque es la acumulación de tareas pendientes, sobre todo cuando están relacionadas con situaciones o problemas sin resolver, ya sea en el trabajo o en mi vida personal. Para evitar que esto me siga afectando, he decidido hacer lo siguiente: empezaré por hacer una lista clara de todo lo que tengo pendiente, priorizando según lo más urgente o importante. También voy a reservar bloques de tiempo en mi agenda para trabajar exclusivamente en esas tareas, sin distracciones. Si algo parece demasiado grande, lo dividiré en pasos más pequeños para ir avanzando poco a poco. Y, si es necesario, no dudaré en pedir ayuda o delegar.
Por otro lado, la falta de claridad en los objetivos también me afecta, así que mi plan aquí es hablar directamente con las personas involucradas, ya sea mi jefe, mi equipo o quien sea necesario, para asegurarme de entender exactamente lo que se espera. Después, quiero transformar esos objetivos en metas concretas, algo que pueda medir o evaluar fácilmente. Además, pienso revisar mi progreso regularmente para ajustar lo que haga falta y usar herramientas visuales, como mapas mentales, para organizar mejor mis ideas y estrategias.
