Lo que aprendí en el aula es que en el mundo de la tecnología no basta con saber: hay que estar dispuesta a seguir aprendiendo constantemente. La tecnología es versátil, evoluciona rápido, y nos exige mantener la mente abierta para adaptarnos a los cambios. Entendí que desaprender también es parte del proceso: soltar lo que ya no funciona para incorporar nuevas formas de pensar, de resolver y de construir.
Además, descubrí lo importante que es conocerse a uno mismo como aprendiz. No todos aprendemos igual, y reconocer mi estilo, mis fortalezas y mis límites me va a permitir avanzar con más claridad. Aprender no solo es adquirir habilidades técnicas, sino también desarrollar disciplina, curiosidad y resiliencia.
