Recuerdo una vez que estaba enfrentando un desafío en un proyecto importante. La presión era alta y las expectativas, también. Estaba atrapado en la zona de estrés, sintiendo que no avanzaba y que cada intento solo complicaba más las cosas. ¿Qué me dejó atrapado ahí? Mi tendencia a enfocarme demasiado en el resultado final y el miedo al fracaso, lo que me llevó a paralizarme en lugar de avanzar poco a poco. Estaba tan enfocado en que todo saliera perfecto que no pude ver las oportunidades de aprendizaje que el proceso me ofrecía.
3 Actitudes para la próxima vez:
Aceptar la imperfección: Entender que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje y que no siempre se tiene que tener el control total en todo momento. Esto me ayudará a reducir la presión sobre mí mismo.
Desglosar el problema en pasos pequeños: En lugar de enfocarme en el proyecto en su totalidad, dividirlo en tareas más pequeñas y manejables me permitirá avanzar de manera constante y ver progresos más claros.
Practicar la autocompasión y la resiliencia: Reconocer mis emociones y permitirme momentos de descanso o reflexión, sin juzgarme, me ayudará a mantener una mentalidad positiva y abierta frente a los retos.
La próxima vez, sé que puedo salir más rápido de la zona de estrés y entrar en la zona de aprendizaje. ¡Lo importante es seguir creciendo y aprendiendo de cada experiencia!
