Una situación de aprendizaje que viví como docente y en la que tuve dificultad para salir de la zona de estrés fue durante una clase en línea con un grupo de estudiantes adolescentes. Había preparado la lección con mucho esmero, pero me enfrenté a problemas técnicos porque la página web que usábamos para una actividad interactiva no funcionaba correctamente. Esto causó retrasos, frustración en los estudiantes y desconexión en la dinámica de la clase. Aunque intenté mantener la calma, me sentí atrapada en el estrés porque no podía solucionar el problema rápidamente y me preocupaba no cumplir con los objetivos de la sesión.
Tres actitudes diferentes que puedo adoptar la próxima vez para evitar cometer los mismos errores son:
Tener un plan B siempre listo: Preparar actividades alternativas que no dependan de esa página web u otras plataformas en línea. Esto me permitirá mantener la clase fluida sin depender completamente de herramientas externas.
Comunicar la situación con tranquilidad y transparencia: Explicar a los estudiantes lo que está ocurriendo con la página web y aprovechar ese momento para reforzar el aprendizaje con preguntas abiertas, debates o actividades manuales que no dependan de tecnología.
Fomentar la paciencia y la flexibilidad en mí misma y en mis estudiantes: Recordarme que los problemas técnicos son comunes y no necesariamente reflejan mi desempeño como docente. Adoptar una mentalidad de solución y enfoque en lo que sí puedo controlar para mantener la clase productiva.
