La zona de confort es un espacio mental en el que nos sentimos seguros y cómodos, realizando actividades rutinarias que no nos representan ningún desafío significativo. A menudo, ni siquiera nos damos cuenta de que estamos inmersos en esta zona hasta que decidimos emprender algo nuevo, algo que realmente nos desafía, como un proyecto, un estudio, o incluso una nueva rutina de ejercicios.
Sin embargo, lo que sea que nos haya impulsado a salir de esta zona y a estar aquí, compartiendo este aprendizaje, es motivo de agradecimiento. Nos obliga a romper la monotonía y a adquirir conocimientos y habilidades nuevas, enriqueciendo así nuestras vidas. La salida de la zona de confort es, en última instancia, un proceso de crecimiento y auto-descubrimiento, que nos permite expandir nuestros horizontes y alcanzar nuestro verdadero potencial.