Cuando me enfrento a un nuevo desafío de aprendizaje, entiendo que intentar abarcar todo de una vez puede ser abrumador y poco efectivo. Por eso, siguiendo lo aprendido en el curso, he decidido dividir ese reto en bloques más pequeños y manejables, que me permitan avanzar paso a paso de forma clara y organizada.
Primero, identifico cuál es el objetivo final que quiero lograr. Luego, pienso qué conocimientos o habilidades necesito adquirir para alcanzarlo y los separo en subtemas o etapas. Cada bloque se convierte en una meta pequeña, concreta y alcanzable.
Además, organizo mi tiempo para trabajar en esos bloques de forma distribuida, en sesiones cortas pero constantes. Esto me ayuda a mantener el enfoque, reforzar lo aprendido y evitar la fatiga mental. Complemento cada sesión con prácticas, ejemplos o ejercicios que me permitan aplicar lo que voy aprendiendo.
Este enfoque me permite construir el conocimiento como si fuera un muro: bloque por bloque, de forma sólida y progresiva, sabiendo que cada paso me acerca más a mis metas personales y profesionales.