Piensa en una situación de aprendizaje que hayas vivido y que tuviste dificultad en salir de la zona de estrés. ¿Cómo fue esa situación? ¿Qué te dejó atrapado en la zona de estrés?
En uno de mis trabajos anunciaron que migraríamos a un nuevo programa de facturación. Llevaba más de dos años utilizando el sistema actual, por lo que la noticia me generó incertidumbre y malestar. A medida que iniciaron las capacitaciones, comencé a preguntarme si sería capaz de manejar todos los procesos en esta nueva plataforma. Me frustraba no comprender su funcionamiento al 100 % y constantemente la comparaba con el programa anterior. Cada vez que debía ejecutar algún procedimiento, me invadía el estrés. No entendía por qué cambiar algo que ya funcionaba por una herramienta nueva y, en apariencia, más complicada de usar.
Ahora lista 3 actitudes diferentes que puedes tener en la próxima vez para no cometer los mismos errores y pasar rápidamente a la zona de Aprendizaje.
Mirando en retrospectiva, una de las habilidades que me habría resultado muy útil en ese momento habría sido la predisposición a aprender. Si hubiera asumido este cambio con una actitud más abierta y receptiva, habría enfrentado el proceso de capacitación con menos resistencia, menos estrés y más entusiasmo. Estar dispuesto a aprender me habría permitido adaptarme más fácilmente al nuevo programa, comprender sus ventajas y reducir la frustración que sentía al principio.
También me habría ayudado a sobrellevar mejor la transición la perseverancia. Aunque el cambio me generó frustración, miedo y dudas, mantenerme constante en el proceso de aprendizaje habría marcado una gran diferencia. Perseverar, incluso cuando no entendía del todo el nuevo sistema, me habría permitido avanzar poco a poco, ganar confianza y adaptarme de manera más efectiva.
Por último, la capacidad de reinventarse habría sido esencial para enfrentar este reto. Aceptar que los cambios hacen parte del entorno educativo- laboral y que adaptarse implica transformarse, me habría permitido soltar viejos aprendizajes y construir una nueva forma de trabajar. Reinventarse no significa olvidar lo aprendido, sino integrarlo a nuevas herramientas y procesos. Si hubiera estado más abierta y dispuesta a esa transformación personal y profesional, el cambio de programa habría dejado de ser una carga para convertirse en una valiosa oportunidad de evolución.