La situación de aprendizaje que viví y que me dejó atrapado en la zona de estrés fue cuando intenté aprender a tocar un instrumento musical. Mi ritmo de aprendizaje era más lento de lo que esperaba, y me sentía frustrado por no progresar tan rápido como quería debido a mi edad y otras responsabilidades.
Para evitar cometer los mismos errores y salir más rápidamente de la zona de estrés la próxima vez, aquí hay tres actitudes que puedo adoptar:
Ser paciente y comprensivo conmigo mismo: En lugar de presionarme para alcanzar ciertos hitos de aprendizaje en un plazo determinado, puedo recordar que cada persona tiene su propio ritmo de aprendizaje. Entender que es normal necesitar más tiempo y práctica para dominar nuevas habilidades puede ayudarme a reducir la ansiedad y el estrés.
Establecer metas realistas y alcanzables: En lugar de fijarme metas demasiado ambiciosas que puedan resultar abrumadoras, puedo dividir mi objetivo de aprendizaje en pasos más pequeños y alcanzables. Esto me permitirá progresar de manera constante y sentirme más motivado al alcanzar cada pequeño logro.
Practicar la autocompasión y el autocuidado: En lugar de castigarme por mis limitaciones o compararme con otros que pueden aprender más rápido, puedo cultivar la autocompasión y recordarme a mí mismo que está bien tener dificultades y que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje. Además, dedicar tiempo para el autocuidado, como descansar adecuadamente y hacer actividades que me relajen, puede ayudarme a reducir el estrés y mejorar mi capacidad para aprender de manera más efectiva.