Desde mi perspectiva, considero que abandonar la zona de confort puede ser un desafío considerable y no es una opción viable para todos, ya que implica enfrentarse a situaciones incómodas que, en ocasiones, no son bien recibidas socialmente. Es importante reconocer la existencia de lo que se denomina "positividad tóxica". Este concepto refleja cómo la presión social por mantener una actitud siempre positiva puede resultar perjudicial, ya que no permite a las personas expresar sus auténticos sentimientos o lidiar con experiencias incómodas de manera saludable. En definitiva, la idea de salir de la zona de confort no debería ser impuesta de manera generalizada, sino entendida y aplicada de manera respetuosa y personalizada, respetando la diversidad de experiencias y circunstancias de cada individuo.