Esta clase me dejó claro que una rutina bien pensada no solo mejora el rendimiento, sino que es nuestro mejor antídoto contra la procrastinación. Comprender cómo el cerebro busca ahorrar energía me ayudó a ver la pereza no como falta de voluntad, sino como señal de que necesito estructura y propósito. Aprendí que combinar organización, metas claras y una mentalidad de crecimiento transforma el aprendizaje en una práctica consciente y sostenible.