El mensaje principal es que nuestra mente está hecha para tener ideas, no para almacenarlas. Por eso, el primer paso del GTD es la "captura": anotar absolutamente todo lo que nos llega, ya sean tareas, ideas, recordatorios, interrupciones internas (pensamientos) o externas (llamadas, mensajes).
Los cinco pasos del GTD son:
Captura: Anotar todo lo que capta nuestra atención.
Proceso/Aclarar: Decidir qué significa cada cosa que hemos capturado y qué acción requiere.
Organización: Organizar las tareas en listas según el contexto, la prioridad y la fecha límite.
Revisión: Revisar periódicamente las listas para asegurar que estamos trabajando en lo importante y que no se nos escapa nada.
Ejecución: Hacer el trabajo, llevando a cabo las tareas organizadas.
Una ventaja clave del GTD es que reduce la ansiedad al vaciar nuestra mente y tener una visión clara de lo que tenemos que hacer. Al tener todo anotado, evitamos olvidar tareas importantes y podemos priorizar mejor. Además, nos ayuda a evitar la ineficiencia de trabajar en cosas que no son prioritarias, como bien dice la frase de Peter Drucker citada: "No hay nada tan inútil como hacer con gran eficiencia algo que no debería hacerse". En resumen, el GTD nos ayuda a enfocarnos en lo que realmente importa, aumentando nuestra productividad y disminuyendo el estrés.