El Manifiesto Ágil, escrito en 2001, buscaba encontrar qué tenían en común los distintos métodos de desarrollo de software exitosos, basados en la experiencia de sus autores. Su meta era entender qué hace que los clientes queden satisfechos.
De ahí surgieron 4 valores principales:
- Las personas y su forma de trabajar importan más que los procesos o herramientas.
- Un software que funcione es más valioso que tener mucha documentación.
- Colaborar con el cliente es mejor que centrarse solo en el contrato.
- Adaptarse a los cambios es más importante que seguir un plan rígido.