La teoría del flujo ha sido una propuesta interesante sobre cómo debemos enfrentar los desafíos para salir de la zona de confort. Afrontar los cambios o nuevos objetivos no es fácil para nadie, ya que en ocasiones implica aprender habilidades o lenguajes nunca antes practicados, lo que puede generar un estado emocional relacionado con los conceptos que plantea el autor: apatía, aburrimiento, relajación, preocupación, control, ansiedad, excitación y flujo. La clave para alcanzar nuestras metas u objetivos radica en el esfuerzo y las habilidades que tengamos para cierto trabajo, también en nuestras emociones y en cómo nos sentimos cada día al avanzar hacia nuestros sueños. Por ello, es fundamental comprender que, independientemente de cómo nos sentimos, el trabajo constante siempre será más gratificante que depender únicamente de la inspiración. Si logramos ser aplicados y avanzar poco a poco, es muy probable que alcancemos nuestros objetivos, siempre que seamos perseverantes y nos atrevamos a dar el siguiente paso. Desde mi experiencia personal, siempre he creído que, para avanzar, es fundamental ser metódico, contar con un plan y mantener una organización sólida y constante. Dedicar al menos una hora al día a trabajar en nuestros objetivos nos da la sensación de progreso y nos motiva a seguir adelante. Otro aspecto clave es la autoconfianza: si no creemos en lo que hacemos, será difícil que alguien más comparta nuestra visión o logre materializar lo que tenemos en mente. Es importante enfocar nuestra energía en el proceso más que en el resultado, ya que este último se vuelve aún más gratificante cuando reflexionamos sobre todo el camino que hemos recorrido para alcanzarlo.