Al principio fue un poco difícil cambiar mis hábitos porque no estaba acostumbrada a organizar bien mi tiempo. Pero poco a poco fui entendiendo la importancia de mejorar mi disciplina, mi enfoque y sobre todo de mantener una buena autoestima. Me identifiqué bastante con lo que se dijo sobre Luisa, porque también me pasaba que me distraía fácilmente y luego me sentía mal conmigo misma.
Lo que más me ayudó fue aplicar pequeñas recompensas cuando cumplía mis tareas. No tiene que ser algo grande, a veces simplemente darme un tiempo para leer tranquila o compartir con alguien querido era suficiente. Gracias a eso, ya puedo dormir mis 8 horas y no me levanto tan cansada como antes. Eso ha mejorado mucho mi rendimiento durante el día y me siento más motivada.
Entendí que no todo es trabajo o estudio, también necesitamos tiempo de calidad para nosotros mismos. Y cuando aprendemos a organizar eso, todo mejora: nuestro humor, nuestra autoestima y también la forma en que nos relacionamos con los demás.