Dentro de mi campo profesional en particular no han cambiado muchas cosas, y las habilidades que eran fundamentales hace cinco años lo siguen siendo, solo que ahora estas habilidades se están apoyando aún más en las herramientas tecnológicas para incrementar la calidad de la profesión y velar por la salud de los pacientes, disminuyendo los errores de medicación y la incidencia de reacciones adversas a medicamentos. Por medio de la tecnología, podemos comparar casos para previenir que se presenten escenarios no deseables durante la medicación e incluso, advertir al profesional que prescribe sobre alguna posible interacción farmacológica entre el medicamento a prescibir y los que esté tomando el paciente ya.
Un Químico Farmacéutico con habilidades en programación es capaz de lograr algo que no está afianzado del todo: tener una cercanía con la población general y que su aporte a la salud pública sea visible y no tras bambalinas, como ha sido desde el inicio.