Hace cinco años, la prioridad era dominar los contenidos y explicarlos bien. Hoy, lo fundamental es darle sentido al aprendizaje, conectando las matemáticas con la vida cotidiana, el pensamiento crítico y la ciudadanía.
Nuestro rol está cambiando: ya no basta con enseñar fórmulas, necesitamos formar estudiantes capaces de tomar decisiones informadas, leer el mundo con datos y usar la tecnología de forma ética.
Creo que hoy deberíamos enfocarnos en desarrollar competencias matemáticas para la vida, integrando contextos reales, herramientas digitales y enfoque inclusivo