Hace cinco años, había habilidades que eran fundamentales y que hoy han perdido protagonismo. Pero no por eso dejan de tener valor: toda habilidad aprendida sirve como base para adaptarse a nuevas herramientas y contextos.
Por ejemplo, antes, muchos procesos relacionados al contacto con el cliente eran presenciales o directos. Hoy, ese acercamiento se ha transformado: el primer contacto ocurre en línea. Una página web, una aplicación o una publicación pueden captar la atención del usuario en solo unos segundos. Eso ha cambiado totalmente la forma en que las personas interactúan con productos, servicios e información.
Como estudiante de Ingeniería de Sistemas, veo cómo la tecnología evoluciona constantemente. Los lenguajes de programación se actualizan, surgen nuevos frameworks y desaparecen otros. Una herramienta que era estándar hace cinco años, como jQuery, hoy ya no es prioritaria en el desarrollo moderno.
Entonces, ¿qué debería ser prioridad ahora? Sin duda, la inteligencia artificial. El mundo ha dado un giro con esta tecnología, y como futuros ingenieros necesitamos entenderla, aprender a aplicarla y evolucionar con ella. La IA no reemplaza nuestro rol, pero sí lo transforma, y por eso debemos adaptarnos con pensamiento crítico y aprendizaje constante.