Coincido en que hace unos años, una de las habilidades más valoradas era saber manejar motores de búsqueda digitales y también saber cómo y dónde encontrar información en medios físicos, como bibliotecas o archivos especializados; dominar habilidades técnicas o específicas del área de estudio o trabajo era garantía de empleabilidad. Sin embargo, actualmente, esas habilidades por sí solas ya no son suficientes. La globalización de la información hace que la capacidad de contrastar, validar y filtrar las fuentes sean necesarias como lo indica José. Creo que no se trata solo de acceder a los datos, sino de saber interpretar su veracidad, pertinencia y confiabilidad. En ese sentido, la alfabetización digital crítica se ha vuelto una competencia blanda clave.
Personalmente, considero que la consulta de fuentes físicas como libros, revistas científicas y bibliografía especializada sigue siendo un pilar fundamental para sustentar ideas y generar soluciones sólidas. En cuanto al papel de la IA, creo firmemente que, al igual que la invención de la rueda, ha llegado para quedarse y transformar radicalmente la manera en que vivimos, aprendemos y trabajamos. Pero como toda herramienta poderosa, su uso debe ir acompañado de criterios éticos, valores personales y supervisión humana constante. Aunque la IA puede ofrecernos respuestas rápidas y soluciones eficientes, no podemos olvidar que ha sido desarrollada por personas con visiones particulares del mundo, lo que puede causar sesgos, limitaciones o interpretaciones erróneas, porque al final es eso un programa desarrollado por alguien.
Pienso que las habilidades blandas necesarias actualmente son pensamiento crítico, adaptabilidad, comunicación asertiva y la colaboración, sobre todo en entornos híbridos donde lo humano y lo digital interactúan constantemente.
Finalmente, creo que el gran reto es equilibrar el uso de la tecnología con nuestro ser humano mismo; ser resposable y juicioso son su uso.