Antes de viajar a Portugal para conocer a la familia de mi pareja, me puse a estuidiar portugués durante cuatro meses. La verdad es que fue un desafío emocionante, pero también un poco frustrante en algunos momentos. Así es como lo viví:
Resultado (50/100)
Estudié portugués brasileño porque era el material que tenía más a mano, pero en Portugal me di cuenta de que hay diferencias importantes. Entendía más o menos lo que me decían, pero algunas palabras y expresiones me sonaban raras. ¡Me sentí como si hubiera aprendido un idioma "hermano", pero no exactamente el mismo.
Aplicación (70/100)
A pesar de todo, pude defenderme bastante bien en situaciones cotidianas: pedir comida en restaurantes, preguntar direcciones y hasta hacer compras sin ayuda. No fue perfecto, pero logré comunicarme sin depender de mi pareja para todo. ¡Eso ya fue un gran logro para mí!
Conocimiento (50/100)
Para conversaciones básicas, me las arreglé, pero cuando intentaba hablar de temas más personales o profundos, me trababa mucho. Me faltaba vocabulario y a veces me quedaba en blanco tratando de armar frases más largas. Aunque podía entender el contexto general, responder con fluidez era otro tema.
Satisfacción (65/100)
Por un lado, estoy orgullosa de haber aprendido lo suficiente para moverme sola en un país nuevo. Pero por otro, me hubiera gustado llegar a un nivel más alto, especialmente para conectar mejor con la familia de mi pareja. Sé que cuatro meses no son mucho tiempo, pero soy exigente conmigo misma.
Dedicación (75/100)
Le puse mucho empeño: estudiaba casi todos los días, repasaba vocabulario y hasta practicaba con apps. Pero creo que la ansiedad de querer aprender rápido me jugó en contra. A veces me presionaba tanto que terminaba bloqueándome en vez de disfrutar el proceso.