Ojalá hubiera tenido acceso a este tipo de información antes. Me habría ahorrado muchos malos ratos.
Hace ya tres años comencé a aprender una habilidad completamente fuera de mi zona de confort. Recuerdo perfectamente la ansiedad que me provocaba el proceso, la frustración de no ver avances, y la constante sensación de que todo ese esfuerzo era en vano.
Hoy, gracias a Dios, puedo mirar hacia atrás con una nueva perspectiva. Entiendo que todo formaba parte del proceso natural de aprendizaje. Cada tropiezo, cada duda, cada momento de querer rendirme, era necesario para llegar hasta aquí.
Hubiese sido muy útil comprenderlo así en aquel momento, pero también valoro lo mucho que me enseñó el camino. Hoy sé que no era tiempo perdido: era crecimiento.