Sí, recuerdo que un hábito que practiqué y me funcionó mucho fue levantarme una hora antes de ir a la universidad. Esto me permitió organizarme mejor: podía arreglar mi habitación, completar las tareas pendientes, orar y empezar el día con tranquilidad. Este hábito realmente me ayudó a mantener un mejor control de mi tiempo y a sentirme más preparada y enfocada para el resto del día. Además, me dio una sensación de orden y paz que marcaba la diferencia en mi rutina diaria.