Procrastinar es como tener una alarma de incendio en casa pero en vez de salir corriendo, decides primero ordenar el escritorio, revisar correos viejos y quizá preparar un cafe. Sabes que hay algo urgente que atender, pero lo pospones con tareas más cómodas o menos desafiantes. Es ese impulso de evitar lo importante, disfrazado de ocupación.