A través de esta clase comprendí que estar ocupado no significa necesariamente estar enfocado. La herramienta de la pregunta de enfoque —“¿Cuál es la acción principal que puedo tomar para que, al hacerlo, el resto se vuelva más fácil o innecesario?”— me ayudó a reevaluar mis prioridades y a identificar aquellas decisiones que pueden tener un impacto real en distintas áreas de mi vida. En lo espiritual, encontré que el hábito del agradecimiento me conecta con algo más profundo y da sentido a lo cotidiano; en la salud física y mental, descubrí que el ejercicio regular y una buena rutina de sueño elevan mi energía y mejoran mi concentración. A nivel financiero, entendí que controlar los pequeños gastos y buscar oportunidades como becas puede ofrecerme estabilidad sin una carga constante. Y en lo emocional, valoré la importancia de cultivar vínculos auténticos con mis amigos a través de pequeños gestos como dibujarles. Al reflexionar sobre estas acciones, comprendí que el cambio no llega de golpe, sino con paciencia y constancia. No se trata de hacer mil cosas, sino de elegir lo que realmente transforma y comprometerme con ello. La vida es ahora, y cada paso consciente me acerca más a la plenitud que deseo.