La práctica distribuida, que consiste en espaciar el estudio de manera regular a lo largo del tiempo en lugar de acumularlo en sesiones intensivas (como el cramming), ha mostrado ser considerablemente más efectiva para el aprendizaje duradero y significativo. Este enfoque permite que el cerebro procese y consolide la información de manera más efectiva, evitando la pérdida rápida de conocimiento que suele ocurrir con el cramming. Al distribuir las sesiones de estudio y revisión a lo largo de días, semanas o incluso meses, se fortalecen las conexiones neuronales asociadas con el aprendizaje, facilitando una mejor retención y aplicación del conocimiento en diversas situaciones.