Esta lección me ayudó a entender que ser ágil no es solo seguir una metodología, sino adoptar una mentalidad de mejora continua. Aprendí que priorizar tareas, definir flujos de trabajo y buscar retroalimentación constante son prácticas que permiten entregar valor real en cada etapa. Lo más valioso fue comprender que los cambios no son obstáculos, sino oportunidades para ajustar y evolucionar el proyecto junto al cliente.