Dormir y hacer ejercicio son dos pilares fundamentales para el proceso de aprendizaje, ya que ambos favorecen la activación del modo difuso en el cerebro, lo que permite consolidar la información y hacer nuevas conexiones. Mientras dormimos, el cerebro organiza y fortalece lo aprendido, abriendo vías para acceder a datos previos y almacenados. Por otro lado, el ejercicio físico estimula las conexiones neuronales en el hipocampo, mejorando la memoria y el rendimiento cognitivo. Integrar estas prácticas a nuestra rutina diaria potencia nuestra capacidad de aprender y retener información de manera más efectiva.