Una de las barreras que más me incomoda es el espacio físico para estudiar y trabajar. Actualmente, el escritorio que uso está en el mismo lugar donde se almacenan varias cosas y, a veces, se utiliza incluso para secar ropa. Esta mezcla de funciones genera un desorden visual que me produce estrés y afecta mi concentración. Para enfrentar esto, he comenzado a mejorar la distribución del lugar. El objetivo es separar visualmente el espacio de estudio y trabajo del resto. Planeo mover los objetos que no uso a diario a otro sector o guardarlos en cajas. También estableceré una regla: mantener el escritorio con un máximo de tres objetos visibles, lo demás irá almacenado. Cada viernes revisaré si el orden se mantiene y, si no, reajustaré el espacio según sea necesario.
La segunda barrera son las notificaciones del celular. Aunque debo estar pendiente de los correos laborales, las alertas de aplicaciones de compras, redes sociales y otras apps innecesarias interrumpen mi ritmo de trabajo y estudio. Para solucionarlo, voy a configurar un perfil de notificaciones especial que solo permita correos y llamadas importantes. Desactivaré por completo las notificaciones de las apps que no aportan a mi rutina. Además, reservaré cada tarde un bloque de 15 minutos para revisar lo que no sea urgente. De esta forma, me aseguro de no perder información útil, pero sin romper la concentración durante el día.
Con estas acciones, espero reducir la sobrecarga visual y minimizar las interrupciones digitales, lo que debería mejorar considerablemente mi enfoque y rendimiento en el aprendizaje.