Las dos barreras que más me incomodan son, por un lado, las situaciones personales sin resolver, y por otro, el agotamiento mental acumulado. La primera me pasa cuando tengo temas pendientes que me generan ansiedad o tristeza, y aparecen justo cuando intento concentrarme. La segunda aparece después de varios días de exigencia, cuando siento que no doy más pero igual me obligo a seguir.
Plan de acción para la primera: voy a reservar un momento al día (aunque sea 20 minutos) para anotar lo que me preocupa, ordenar prioridades y, si puedo, dar un paso pequeño hacia la solución. Tenerlo escrito y fuera de mi mente me ayuda a bajar la carga mental.
Plan de acción para la segunda : voy a incorporar pausas reales durante el día, aunque sean breves, y a observar mejor mis niveles de energía. Si estoy muy saturada, no voy a exigirme como si estuviera al 100%. En vez de frustrarme, voy a adaptar la tarea o el tiempo. El descanso también es parte de la rutina.