La Pirámide de Glasser me hizo reflexionar sobre cómo he aprendido a lo largo de mi vida. Me doy cuenta de que las veces que más aprendí fueron cuando me involucré de forma activa: explicando a otros, aplicando lo que estudiaba o discutiéndolo con alguien más. No se trata solo de escuchar, sino de vivir el conocimiento. Este enfoque me motiva a buscar maneras más prácticas y participativas para aprender en el día a día.