La teoría de Glasser resalta cómo diferentes métodos de aprendizaje impactan de manera distinta en los niños, enfatizando la importancia de la interacción activa y el involucramiento en el proceso educativo. La pirámide de Glasser sugiere que los niños aprenden de manera más efectiva cuando están activamente involucrados en el proceso de enseñanza, en lugar de ser meros receptores pasivos de información.
Fomentar el aprendizaje activo: Involucra a los niños en actividades prácticas donde puedan aplicar lo que han aprendido. Por ejemplo, después de una lección de ciencias, realiza un experimento juntos para ver los conceptos en acción.
Promover el diálogo y la enseñanza entre pares: Anima a los niños a discutir lo que han aprendido con sus compañeros o a enseñar conceptos nuevos a sus hermanos o amigos. Esto no solo refuerza su conocimiento, sino que también mejora sus habilidades de comunicación y pensamiento crítico.