En mi aprendizaje de programación orientada a objetos con Java, entendí que el polimorfismo es una de sus características más poderosas. Básicamente, permite que distintos objetos respondan al mismo mensaje (método) de formas diferentes, dependiendo de su tipo específico. Esto hace que el código sea más flexible y reutilizable.
Java implementa el polimorfismo de dos maneras principales: por herencia (polimorfismo de clases) y por interfaces.
Con el polimorfismo de clases, una subclase puede sobrescribir métodos de su superclase para adaptar su comportamiento. Por ejemplo, si tengo una clase Animal
con un método hacerSonido()
, puedo crear clases como Perro
o Gato
que redefinen ese método para emitir sonidos específicos. Así, aunque el objeto se trate como un Animal
, el comportamiento depende de la clase real del objeto.
Por otro lado, con el polimorfismo de interfaces, diferentes clases pueden implementar la misma interfaz y definir su propia lógica. Por ejemplo, una interfaz Figura
puede ser implementada por clases como Circulo
y Rectangulo
, cada una con su forma de calcular el área. Gracias a esto, puedo tratar ambas figuras de forma genérica, usando el mismo tipo de referencia.
En resumen, el polimorfismo me permite trabajar con objetos de manera genérica pero mantener comportamientos específicos según cada clase, haciendo que mi código sea más limpio y escalable.