La teoría de William Glasser sobre cómo aprenden los niños, representada en la pirámide, ofrece una perspectiva fascinante sobre los diferentes niveles de influencia de los sentidos en el aprendizaje infantil. Es crucial reconocer la importancia de preguntar "¿por qué?" y "¿para qué?", así como fomentar entornos que promuevan el diálogo y la acción. Estos elementos no solo refuerzan el aprendizaje activo, sino que también fortalecen las habilidades sociales y el pensamiento crítico desde una edad temprana. Un recordatorio valioso para padres y educadores sobre cómo optimizar el proceso de aprendizaje de los niños en un mundo cada vez más visual y auditivo.