En mi experiencia, la creación de nuevos hábitos realmente depende más de la dirección y la constancia que de la velocidad. He notado que cuando tengo una motivación clara y establezco una rutina diaria, es más fácil mantenerme en el camino correcto. Las recompensas pequeñas a lo largo del proceso también me ayudan a no perder la motivación. Aunque la teoría de los 21 días es popular, he encontrado que tomarme más tiempo, alrededor de dos meses, es más realista para consolidar un hábito. La clave está en ser disciplinado y tener claro el propósito detrás del nuevo hábito, lo que facilita mantener la constancia necesaria para el éxito a largo plazo.