Mi opinión sobre esta alternativa es que refleja una realidad más matizada y realista en comparación con la creencia popular de los 21 días como el período mágico para formar un hábito. Reconoce que el tiempo necesario para establecer un nuevo hábito puede variar ampliamente según la persona y las circunstancias específicas.
La ventana de tiempo que abarca desde 18 días hasta 8 meses sugiere que el proceso de formación de hábitos puede ser más flexible y adaptativo. Algunas personas pueden adoptar hábitos más rápidamente, especialmente si están muy motivadas o si el hábito es relativamente simple de integrar en su vida diaria. Por otro lado, hábitos más complejos o que requieren un cambio significativo de comportamiento pueden llevar más tiempo en arraigarse completamente.
Esta perspectiva subraya la importancia de la consistencia y la perseverancia a lo largo del proceso de formación de hábitos. Es crucial mantenerse enfocado en los pequeños avances y ajustar la estrategia según sea necesario para asegurar el éxito a largo plazo en la adopción de nuevos hábitos positivos.