La verdad, implementar hábitos como los ejercicios de respiración fue un cambio que no esperaba que me ayudara tanto. Estoy acostumbrado a vivir con tensión constante y sin rumbo, pero al parar unos minutos al día para respirar con calma, sentí que mi mente se desenredaba un poco. No solucionó todo, pero me dio más claridad para hacer pequeñas cosas que antes parecían imposibles. Creo que cuando uno vive golpeado por la vida, esos hábitos clave se vuelven como pequeñas lámparas que iluminan rincones oscuros del día.