Las metas específicas vencen a la procrastinación y nos brindan un norte claro. Sin ellas, las intenciones virtuosas se desvanecen. Disciplina, constancia y voluntad son las claves para progresar, aunque no siempre de la manera imaginada. Los buenos hábitos e intenciones virtuosas sientan las bases, pero requieren compromisos firmes y acción decidida. Cuando determinamos el camino preciso a nuestros objetivos, las posibilidades se vuelven realidad. La oscuridad se disipa.