Nuestras creencias tienen un poder inmenso sobre nuestras vidas, ya que moldean la forma en que percibimos el mundo y a nosotros mismos. Lo que creemos sobre nuestras capacidades, nuestros límites o lo que merecemos, se convierte en una autoprofecía. Si creemos en nuestro potencial, somos más propensos a tomar decisiones que nos acerquen a nuestras metas, mientras que creencias limitantes pueden frenar nuestro progreso y bienestar. Las creencias, aunque a menudo invisibles, definen la dirección que tomamos.