Es cierto que ambos modos tienen sus ventajas y desventajas, y es importante saber cuándo utilizar cada uno. En general, lo ideal es encontrar un equilibrio entre ambos modos, utilizando cada uno según las necesidades de la tarea en cuestión. Por ejemplo, podrías empezar en modo difuso para generar ideas y luego cambiar a modo enfocado para trabajar en la implementación de esas ideas.