en mi opinión, una herramienta invaluable para medir la efectividad de cualquier programa de capacitación. Lo considero completo porque no solo evalúa si los participantes disfrutaron o aprendieron algo, sino también si aplican lo aprendido en su día a día y, lo más importante, si hay un impacto tangible en los resultados organizacionales.
Personalmente, encuentro que cada uno de los cuatro niveles del modelo tiene un propósito claro y esencial. El Nivel 1 de reacción es clave porque nos da una idea de si el curso fue bien recibido, lo que es vital para mejorar la experiencia de aprendizaje. El Nivel 2, que mide lo aprendido, es fundamental para asegurar que el tiempo invertido en la capacitación haya valido la pena. El Nivel 3, de comportamiento, me parece muy valioso porque no basta con que los participantes aprendan; deben ser capaces de aplicar lo aprendido en sus funciones, y esto es algo que a menudo se pasa por alto. Finalmente, el Nivel 4, de resultados, es crucial para demostrar que la capacitación ha tenido un impacto real en el rendimiento organizacional, ya sea en productividad, calidad, o cualquier otro indicador clave.