La idea es dividir una habilidad en subhabilidades más pequeñas y fáciles de aprender. Luego, podemos evaluar nuestro progreso en cada subhabilidad y ver cómo estamos avanzando hacia nuestro objetivo final.
Para medir nuestra evolución, podemos utilizar una pirámide que nos permite evaluar nuestra dedicación, satisfacción, aprendizaje e impacto en cada etapa del proceso.
Esta técnica nos permite identificar áreas que necesitan mejorar y ajustar nuestro plan de acción para alcanzar nuestras metas.