Me presiono de más
¿Cómo me pasa? Viene de una necesidad interna de que todo salga perfecto, lo que me hace ponerme metas que a veces son imposibles de cumplir. Eso me genera un estrés innecesario y me quita la calma.
¿Cuándo me pasa? Al empezar un proyecto o una tarea importante, y también a lo largo del proceso, por el miedo a cometer un error que eche todo a perder.
Mi plan de acción:
Establecer metas realistas: Antes de empezar, me enfocaré en definir qué es lo que de verdad puedo lograr en un tiempo determinado, en lugar de buscar la perfección.
Reconocer el progreso: Me recordaré que el proceso es tan importante como el resultado. Me detendré a valorar los avances, por pequeños que sean, en lugar de solo pensar en la meta final.
Aceptar los errores: Me permitiré equivocarme y veré los fallos como oportunidades para aprender, en vez de tomarlos como un fracaso personal.
Siento que no me esfuerzo lo suficiente
¿Cómo me pasa? Me pasa porque, aunque sé que estoy trabajando bien, hay una voz dentro de mí que duda de mis capacidades y de si lo que hago es válido.
¿Cuándo me pasa? Sucede especialmente cuando me comparo con otras personas o cuando me enfrento a un reto nuevo en el que no me siento tan seguro.
Mi plan de acción:
Llevar un registro de mis logros: Anotaré en un diario o en una nota los logros que vaya consiguiendo, sin importar su tamaño. Esto me ayudará a tener una prueba de mi propio progreso.
Recordarme mis fortalezas: Cuando me asalte esa duda, me tomaré un momento para recordar los retos que he superado y las habilidades que he desarrollado.
Cambiar el enfoque: En lugar de pensar si me estoy esforzando lo suficiente, me preguntaré qué puedo hacer para ser más eficiente con mi tiempo y energía.
