Antes se consideraba que un buen docente debía ser un erudito en su área. Gracias a la adopción de la tecnología en el ámbito escolar, el fácil acceso a la información, el constante avance del conocimiento —o actualización del conocimiento—, es más valorada la capacidad del docente por adoptarse a estos cambios y actualizarse; en otras palabras, tal cual se mencionó en el curso, la habilidad de aprender, desaprender y reaprender.
Reformulando el pensamiento socrático sobre la ignoración, el docente debe reconocerse como alguien que deviene ser ignorante; pero esto debe significar que, respecto al conocimiento, el docente es potencia cognitiva: siempre dispuesto a aprender algo nuevo.