Sí, recuerdo que cuando practiqué el hábito de estudiar a primera hora de la mañana —incluso antes de que mis hijos se despertaran—, no solo avancé más en mis cursos, sino que también comencé el día con una sensación de logro. Eso mejoró mi estado de ánimo, mi organización general y me hizo sentir más capaz. También noté que al reducir el uso del celular en las mañanas, estaba más presente, enfocada y con más energía para mis metas personales.