¡Hola! En esta clase estuvimos viendo cómo nació el método ágil como una respuesta a las limitaciones del modelo tradicional en cascada (Waterfall). A diferencia del enfoque lineal y rígido del modelo Waterfall, el enfoque ágil promueve la flexibilidad, la colaboración continua y la adaptación constante a los cambios que puedan surgir durante el desarrollo de un proyecto.
Una de las grandes ventajas de Agile es que permite realizar ajustes en el camino, lo que facilita responder de forma más eficiente a las necesidades cambiantes del cliente y a las condiciones del mercado. Esto lo convierte en una metodología especialmente útil para entornos dinámicos, donde se requiere rapidez, innovación y mejoras continuas.
Además, en lugar de esperar hasta el final del proyecto para ver resultados, Agile trabaja en ciclos cortos (llamados iteraciones o sprints), lo que permite entregar valor al cliente desde etapas tempranas y recibir retroalimentación constante para ir mejorando.
En las próximas clases, vamos a profundizar en principios clave de esta metodología, como la priorización de tareas, la importancia de la retroalimentación continua, y cómo lograr una mayor satisfacción del cliente a lo largo del proceso de desarrollo.