Este modelo establece que:
El 70 % del aprendizaje se logra a través de la experiencia práctica: en mi caso, esto significa escribir y refactorizar código constantemente, asumir nuevos retos de programación, desarrollar proyectos propios y aplicar el inglés de forma activa: mantener conversaciones, redactar correos, leer documentación técnica y participar en espacios donde debo comunicarme en este idioma. Son estos escenarios reales los que más fortalecen mis habilidades.
El 20 % corresponde al aprendizaje social: tanto en programación como en inglés, aprender de otras personas es clave: recibir feedback en code reviews, interactuar en comunidades de desarrollo, participar en meetups o grupos de conversación, resolver dudas en foros o compartir aprendizajes con colegas. La colaboración amplía perspectivas y acelera la mejora continua.
El 10 % proviene de la formación formal: cursos, talleres, certificaciones y libros. Tanto para programar mejor como para perfeccionar mi nivel de inglés, reconozco el valor de la teoría y la estructura que brindan estos espacios. Sin embargo, soy consciente de que, si no aplico lo aprendido, se estanca y se olvida.
