Las matemáticas nunca han sido mi fuerte. Ya lo acepto de manera natural. Pero, antes, cursarlas durante los estudios primarios fue toda una experiencia llena de frustración.
El no poder comprenderlas y no efectuar las operaciones tan fácilmente como la mayoría de mis compañeros de clase (por ende, no poder ir a su ritmo); y a consecuencia de ello, tener que dedicar horas extras para al fin entender de dónde salía cada resultado, me causaba TREMENDO estrés y vergüenza.
Con la paciencia de mis maestros y de mis padres, junto a aprender a ser compasiva conmigo misma, llegué a la aceptación de que, en efecto, las matemáticas no son lo mío y que requiero más tiempo para aplicarlas correctamente; es decir, tengo mi propio ritmo y método para estudiarlas. Entonces, llegué a la zona de flow durante mi aprendizaje en dicha materia. Así dije adiós al estrés y a la vergüenza