Algo que debería hacer, pero no estaba haciendo, era aceptar retroalimentación. Ver cuál era la evolución de las personas a las que estaba ayudando podría motivarlo a seguir trabajando con su propósito. Lo que se dio cuenta es que a veces la motivación no necesita estar siempre en todo el proceso del camino, sino que puede estar al final del camino. Una vez que vio todo lo que había logrado, todo el camino que había recorrido, todo lo que había cumplido, lo que se había propuesto hacer, ahí es donde podría encontrar la motivación. Y también, hay espacio para retroalimentación y mejoras. No necesita hacer todo bien desde el principio, pero hay espacio para que pueda mejorar para el futuro.