Esta lección me ayudó a entender que ser ágil va mucho más allá de seguir una metodología: es adoptar una filosofía de trabajo centrada en las personas, la colaboración y la adaptación constante. Los cuatro valores del Manifiesto Ágil me parecieron fundamentales: priorizar las interacciones humanas, valorar el software funcionando, colaborar estrechamente con el cliente y estar siempre listos para responder al cambio.